sábado, 15 de septiembre de 2012

VOCES. Albert Cossery, la última entrevista.




IL: Buenos días y gracias por habernos recibido para este gran encuentro humano y literario, cultural… Yo le conozco a través de sus libros y de Une vie dans la journée d’Albert Cossery, el documental realizado por Sophie Leys (al lado de Albert Cossery durante la entrevista). ¿Cómo y cuándo nació el Albert Cossery escritor?

AC: El escritor nació muy joven. A los 10 años ya leía, ya escribía en francés. A los 18, escribí mi primer libro, Los hombres olvidados de Dios.

IL: Para cierta tradición de escritores franceses, escribir es una manera de ser, de vivir, una forma de existencia. Y Albert Cossery, ¿se inscribe usted en esta tradición?

AC: Sí, desde luego. He leído mucho: Stendhal, Balzac… ¡a todos los grandes escritores franceses! Pero también a Dostoievsky y a muchos otros.

IL: Me gustaría citar también a Stéphane Mallarmé, que decía: “para mí, la poesía ocupa el lugar del Amor”; era su forma de encontrar la “razón de ser”. Me gustaría preguntarle: ¿Albert Cossery y la poesía?

AC: ¡Muy poco, a decir verdad! Cuando era joven, escribí una colección de poemas, como muchos jóvenes que buscan en sus comienzos, que están probando…

IL: Albert Cossery: “un libro puede cambiar una vida”. En el siglo XXI, en este mundo implacable de la globalización, de la velocidad, de una sociedad a menudo incapaz de escuchar al otro, ¿piensa usted que un libro todavía puede cambiar una vida?

AC: Por supuesto. Los libros han cambiado mi propia vida…

IL: En sus textos, se le percibe como un hombre de gran intuición. ¿Posee usted el don de percibir, de alguna manera, los acontecimientos por adelantado, tanto a nivel social como a nivel político?

AC (tras una leve sonrisa y una breve pausa): Es pura casualidad…

IL: En sus novelas, una oye hablar a sus personajes, los escucha con atención. ¿Cuánto hay de Albert Cossery en sus personajes?

AC: ¡Todos mis personajes son Albert Cossery!

IL: Albert Cossery, es usted un escritor que ha escogido el francés como lengua de expresión, en el sentido filosófico más profundo. Es usted un “francógrafo” como Emil Cioran. ¿Lo conoció usted?

AC: No, personalmente no. Conozco lo que escribió. Sin embargo, sí conocí a otro rumano: Panaït Istrati, que también era fotógrafo. Hacía muchas fotos a pie de calle. Más tarde, se metió a escritor…

IL: Vuelvo por un momento a Emil Cioran. Cioran era hijo de un pope ortodoxo, aunque no era creyente. Se preguntaba por la cuestión metafísica, por la naturaleza última del Ser y del mundo. ¿Cuál es su posición con respecto a la cuestión metafísica?

AC: Yo soy sirio ortodoxo y me crié en Egipto. No me planteo ese tipo de cuestiones. Es una cuestión propia de los europeos, pero yo soy egipcio. La vida es sencilla, y mis personajes también lo son…

IL: Usted era amigo de Albert Camus, que desarrolló en su obra un humanismo basado en la toma de conciencia del absurdo de la condición humana, de esa “confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo”. ¿Qué piensa de ello?

AC: Sí, yo era amigo de Albert Camus (Albert Cossery se señala el corazón), pero no siempre compartía su punto de vista ideológico… (Albert Cossery se señala la cabeza).

IL: ¿Podría ofrecernos alguna de las claves esenciales de su universo?

AC: Yo me abro al mundo. Para mí, la vida es sencilla, que es lo natural, lo propio del mundo árabe. Los europeos piensan que el mundo es complicado. Se complican la vida.

IL: Sus libros se han traducido a varias lenguas. Si hubiese que elegir un primer libro para traducirlo al rumano, ¿cuál sería?

AC: Sí, mis libros se han traducido a diversas lenguas, sobre todo a las lenguas de los “países pobres”, en los cuales la lectura es un verdadero alimento. En cuanto al libro que habría que traducir primero al rumano, yo diría que Mendigos y orgullosos.

IL: Para concluir, me gustaría plantearle una pregunta “a color”. Es mi vertiente de pintora… Si cierra los ojos y piensa en el París de los años 50, ¿con qué color o colores lo asocia usted?

AC (cerrando los ojos): ¡Azul!

IL: ¿Por qué azul?  

AC: Azul, todo era azul. Nadie tenía dinero… pero todo el mundo se divertía, ¡vivía!

IL: Y si piensa en el París del año 2008, ¿con qué color o colores lo asocia?

AC: Con un “mal” color. Se acabó, ya no queda nada… ningún gran escritor… ni en Francia ni fuera de ella. Ya veremos.

IL: El tiempo nos lo dirá…

AC: Sí…

[Entrevista realizada por Iléna Lescaut y Luc Barbulesco el 23 de abril de 2008, en París. Cossery fallecía un par de meses después en la misma ciudad]



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